La garnacha es una variedad que lleva mucho tiempo aclimatada a nuestras tierras aragonesas.
Esta variedad, dependiendo del entorno: suelo y clima, da un perfil u otro. Por ello, dicen de la garnacha que tiene «mil caras», expresión que refleja la capacidad de esta variedad de transmitir del fruto al vino lo sucedido durante su maduración en la cepa.

